Tenemos la suerte de que Manuel Prieto, nuestro reportero de aventuras, ha fichado por National Geographic y Lonely planet para recorrer los rincones secretos de Sudáfrica. Estas han sido sus impresiones.
VIAJE A SUDÁFRICA
Salimos de Calamocha y tras tres horas de viaje en coche llegamos a Madrid. Allí, en el aeropuerto, tuvimos que esperar ocho horas y media hasta que por fin llegó la hora de embarcar. Ya todo listo el avión encendió los motores, cogimos velocidad y… ¡a Sudáfrica!
Y ahora en el avión otras diez horas y media hasta Johannesburgo, la capital de Sudáfrica. En el aeropuerto de Johannesburgo (O.R. Tambo) alquilamos dos coches para ver animales y transportarnos de un lugar a otro. Una vez dentro del coche, nos dirigimos al parque o reserva natural Kruger. Allí, dormimos tres noches.
La primera de ellas la pasamos en Lower Sabie una especie de camping con tiendas de campaña, bungalows, barbacoas y hasta piscina. Los monos y los antílopes merodeaban a sus anchas dentro del recinto, hasta en la piscina te los podías encontrar. Allí vimos cuatro de los BIG FIVE o cinco grandes: búfalo, rinoceronte, león y elefante. Al día siguiente, cambiamos de poblado. Tuvimos que recorrer un largo trayecto pero se nos hizo corto porque no parábamos de ver animales.
El segundo poblado se llamaba Skukuza donde pasamos dos noches. Allí tuvimos la aventura del elefante y también vimos tres guepardos. Ya teníamos los BIG FIVE al completo, además de hipopótamos, cocodrilos, montones de aves exóticas, hienas….no podíamos dejar de hacer fotos a todos los animales. Como hacía mucho calor fuimos a refrescarnos a la piscina y allí nos hicimos amigos de unos niños africanos, con los que no paramos de jugar y reír.
Después de Skukuza viajamos a otro país, Swazilandia. También allí recorrimos un safari, Hlane, y vimos un poblado Swazi. Fue muy divertido, nos enseñaron sus costumbres y hasta nos hicieron bailar. Lo que más me gustó de ese lugar es que vimos muchos rinocerontes blancos y que me duché al aire libre por la noche después de hacer una hoguera con mi tío. Lo que menos me gustó de Swazilandia es que la gente era muy pobre pero me llamó la atención lo simpáticos y sonrientes que eran todos, no paraban de saludarnos por la calle.
Después de dos noches allí volvimos a Sudáfrica pero esta vea a un pueblo de costa, Santa Lucía. Por la noche no podíamos caminar sin linterna porque los hipopótamos se acercaban al pueblo y podía ser peligroso. Fuimos a una playa local (“de negros”), JABULA BEACH. Allí los blancos y los negros no se relacionan, es muy injusto, no os parece.
En la playa solo podíamos bañarnos hasta la rodilla y en muy poco trozo ya que hay tiburones blancos, cocodrilos e hipos. Había mucho oleaje aquel día, así que pasamos un rato muy divertido. Lo malo fue que me picó una carabela portuguesa y eso os aseguro que escuece un montón. Era un poco raro, ¡nos estábamos bañando en el Océano Índico en plena Navidad! Por cierto, el nombre de aquella bonita playa, JABULA, significa en africano, “se feliz”. No fue la única palabra que he aprendido. SAWONA que es un saludo y quiere decir ”YO TE RESPETO, YO TE VALORO, TÚ ERES IMPORTANTE PARA MÍ”.
El viaje ha sido una experiencia muy chula y emocionante. Os recomiendo hacer un viaje a Sudáfrica, os encantará.
Hasta aquí nuestra crónica de esta edición...
Se despide el equipo National Geographic&Lonely Planet
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